domingo, 23 de febrero de 2014

10.- This is the end or is just begin?

-Sabes que si necesitas algo sólo debes pedirlo, especialmente en las noches, no sé, agua, cualquier cosa...- Paul abría la puerta, sosteniendo una pequeña maleta con prendas dentro.
-Gracias, lo sé...
-Incluso si no quieres estar aquí... Si tienes hambre... Si necesitas una línea...- Se miraron y luego rieron- Era broma.
-Siento incomodar, de verdad, si te arrepientes puedes mandarme a mi casa- Rachel pasó un mechón de su cabello tras de su oreja.
-No digas cosas, no terminaré de arrepentirme hasta que muera.
La chica rió.
-Además, contigo aquí las niñas estarán felices.
-¿Y dónde están?- preguntó Rachel, examinando una foto de Alice debajo de un candelabro de la sala.
-Con Eleanor, Ringo y Matt. Mañana regresarán...
-Gracias, Paul.
-Dios, no agradezcas, debería de pedirte perdón.
-¿Por enésima vez?- Rió Rachel.
-¿Quieres comer o...
-Preferiría tomar un baño... Es decir... Si no te molesta.
-¡Vamos, Rach! Siéntete como en casa. Sube, báñate y cuando bajes la cena estará lista.
La chica sintió un cosquilleo en la pansa, ese sentimiento que le decía que Paul estaba al pendiente de ella.
Sonrió y subió a bañarse.

Esa noche, mientras Paul fumaba un cigarrillo y leía el periódico, Rachel se encontraba leyendo una revista de moda, de espectáculos, de esas que entretienen a cualquiera en cualquier momento. No podía evitar voltear a verlo, la música sonaba en la radio y era su sueño quedarse así de por vida.
-Era demasiado hermosa- dijo Rachel, mirando el cuadro que contemplaba esa misma tarde.
-¿Quién?- dijo Paul, sin dejar de ver el papel blanco y negro.
-Alice.
-Sí, la mujer más hermosa del mundo...
-¿Sabes? Estuve recordando y creo que llegué a tener más de una plática con ella.
-¿De verdad?- ahora sí, Paul la volteó a ver.
-Sí, lo que pasa es que antes era tan diferente que no la recordaba.
-¿Y recuerdas qué te decía?
-Sí, algo sobre su meta en la vida... Recuerdo que esa vez, Breana y yo salimos a pasear y la invitó, de un momento a otro nos quedamos solas en un parque y comenzó a hablarme acerca de vivir en París y cosas así... Y lo más curioso es que era la actriz más envidiada de toda Francia.
Paul rió y suspiró.
-Debo confesarte que... Últimamente, cada que la recuerdo me siento demasiado mal... Siento como si estuviera siendo infiel.
Rachel ahogó una pequeña e inocente risa.
-No entiendo...
-Sí, hay días en los que quisiera ya no recordarla y dejar de sentir este dolor y este vacío...
-No podrías... Es decir... No haz podido hasta ahora... Creo que tienes que hacer ciertas cosas que alejen su imagen de ti.
-¿Como qué?
-Como dejar de tomar y drogarte- ambos rieron- ¡Hablo en serio! Eres un alcoholico, Paul. Te joderás los pulmones con tanto tabaco y las neuronas con tantas drogas.
-No puedo... Si no lo hago me hundo.
-Estás hundido.
-Amo tu franqueza.
Rachel sonrió.
-¿Te sientes solo?
-Demasiado. Cada noche. Muy solo. Con dos hijas... Una que ni siquiera es mía... Y solo.
-¿Sientes algo por mí, Paul?
La pregunta le pareció tonta a sí misma, es decir, Paul le estaba explicando lo mucho que extrañaba a Alice y la tonta se atrevía a preguntarle algo así, pensó.
Pero él lo pensó por 59 segundo.
-Sí.
La chica tembló.
-¿Qué?
-Supongo que agradecimiento y... cariño.
-Yo...- Se levantó de su lugar con las piernas traicioneras que la llevaban al lugar donde firmaría su sentencia de muerte, pensaba. Se sentó junto a él- Yo también- le dijo, a 5 centímetros de su rostro.
-Lo sé- dijo Paul.
Se sonrojó. Lo sabía.
-Pero... Yo no...- Lo calló con un beso, un dulce y pequeño beso que jamás pensó que se atrevería a brindarle. Un beso con sabor a medicina, a cocaína con aquél recuerdo de aquella noche...
¡Oh, qué estaba haciendo! pensó. Pero fuera lo que fuera, Paul correspondió de la misma manera y la besaba, dejando el cigarro en el cenicero.
Se miraron y sonrieron...
-Rachel...
-Yo te amo, Paul.
-...¿Qué?- preguntó, sorprendido, realmente sorprendido, como si nunca lo hubiera sospechado
-Lo sabes.
Paul soltó aire.
-Rach... yo no puedo... Yo...
-Sientes algo por mí.
-Sí, sí, pero yo...
-Me besaste la vez que salimos- Mierda, ahora le reclamaba lo que pasó hace una semana- Y me haz invitado a tu casa por unos días después de drogarme...
Qué gran mierda, pensó Paul.
-Lo que pasa es que...
-Tienes miedo de intentarlo. No quieres olvidarla... Pero te entiendo- Se levantó del sillón y caminó a las escaleras...
-¡Espera, Rach!- volteó, se quedó callado por minutos, tartamudeando- ... Buenas noches.
Y cuando la chica hubo desaparecido, tomó su cara con ambas manos, estaba totalmente incómodo por todo aquello.
No sabía por qué ella actuaba así, era, realmente, poco el tiempo de conocerse aunque en esos momentos Paul se encontraba más que confundido.
Sonó el teléfono, estiró la mano...
-Hola.
-¡Paul!- Era Brian, de nuevo, gritando- ¡Paul, consumiste polvo y para colmo una muchacha tuvo sobredosis por tu culpa!
Colgó.
No estaba con el mejor humor para soportar los gritos de su representante.
No era muy noche, pero ya tenía sueño y estaba un tanto cansado... Dormir profundamente le ayudaría a relajarse.
Iba camino a su cuarto, atravesando el pasillo cuando vio la puerta de una de las tantas habitaciones abiertas, dejando ver a Rachel recostada en la cama, dándole la espalda pero con una lámpara prendida.
Aún no estaba dormida, supuso. Necesitaba arreglar las cosas, todo esto era su culpa.
Tocó dos veces con los nudillos a la puerta abierta y Rachel volteó en el acto.
-Hey...- Se incorporó en la cama- Pensé que ya te ibas a dormir- dijo Rachel, sonriendo.
-No, ... bueno sí... Pero vi tu puerta abierta y...- Se rascó la nuca, nervioso, vaya que nervioso... Pasó al cuarto, sentándose a un lado de Rachel- Quería pedirte una disculpa, ya sabes, he estado siendo muy estúpido contigo y creo que no es justo.
-¿A qué te refieres con estúpido?
-Sí, es decir, tuviste una sobredosis por mi culpa- ambos rieron- y ... ya sabes...
-No, no sé...
-Con eso de los besos entre tú y yo y todas esas cosas de adolescentes.
Eso terminó de destrozar las ilusiones de Rachel.
-No te preocupes- no supo qué más decir- Te disculpo- sonrió- Sabes no creo que sea tan necesario pasar días aquí. Estoy bien, de verdad.
-Quedaste muy delicada, supongo.
-¡Vamos, Paul no exageres! Incluso no sé porqué acepté venir a tu casa.
-Así no tendré que levantarme a preparle de comer a Mary a las 4 de la madrugada.
Rachel rió, sabía que bromeaba, se volvió a recostar en la cama, mirando el techo y entrelazando sus dedos, respirando tranquilamente.
Paul la miró y bostezó, comenzaba a darle sueño. Se recostó a su lado sin pedirle ningún permiso y apoyó todo su peso en su codo, recostándose de perfil y mirándola aún más cerca.
-¿Qué haces?- preguntó Rachel, volteándolo a mirar
-No me quiero ir a mi cuarto ni estar solo, he estado solo desde hace tanto...
Sonó el teléfono a un lado de la cama y Rachel se estiró para contestar.
-¿Sí?... Hey, Kurt, eres tú... Esperaba tu llamada...- la chica sonreía, pasando un mechón de cabello detrás de su oreja derecha- Me alegra que estés bien...- no dejaba de sonreír- Espero ir dentro de unos días... Pediré permiso. He conseguido algo de dinero... Sí estoy muy emocionada- Volteó de soslayo y pudo ver a Paul observándola...
Sin más ni más pudo sentir una respiración sobre su cabeza, se sobresaltó, pero no hizo otro ademán que no fuera abrir demasiado los ojos. La respiración se acercó a la oreja libre del teléfono y bajó hasta su cuello.
Se le erizó la piel y comenzó a entrar en una extraña sensación.
Al otro lado del teléfono, su novio le explicaba cosas de su vida, probablemente sobre su trabajo o algo así.
Unos labios sobre su cuello y cerró los ojos, fue un beso casto, repentino. Soltó un jadeo cuando aquellos labios continuaron.
-Tengo que colgar- dijo al teléfono- Te amo...- pronunció, con la esperanza de que esas palabras alejaran a Paul. ¿Qué demonios? ¡No quería que se alejara! Pero jamás había sido infiel.
Volteó después de colgar el teléfono y se encontró con Paul de cuclillas sobre la cama, detrás de ella, sonriendo.
No se dijeron nada, ni siquiera esperaba una disculpa.
Se acercó a él y lo beso lentamente.

martes, 11 de febrero de 2014

9.- I Need a fix 'cause I'm going down.

-¿Cómo te fue?- preguntó Eleanor, apenas abrió la puerta. Estaba envuelta en una bata.
-Mal.
-¿Qué?
-La besé. ¡Soy un idiota!
-¿De qué hablas?
Paul pasó a la casa y se sentó en un sillón, cerca de la fogata apenas encendida, quitándose el saco.
-No sé, todo iba bien en la cena, pero... La llevé a su casa y la bese- Talló su cara con ambas manos y suspiró.
-¡Pero eso es genial!
-No... Ni siquiera me gustaría llegar a algo con ella.
-¿Entonces por qué hiciste eso?
-¡No lo sé! Fue como.. "Oh, soy un galán, reviviré los viejos tiempos y le daré un beso"
-¿Y...
Paul se encogió de hombros.
-Yo la conozco- dijo Eleanor- No se hará ilusiones, sabe quién eres tú, no creo que ella crea que te gusta.
-En fin... ¿Cómo están mis hijas?
-Dormidas, con Matt.
-¿Y Rich?
-En la casa.
-¿Te irás?
-¿Crees que me iré a la 1 de la madrugada? Ya me iba a dormir...- Decía Eleanor acercándose a las escaleras- Sabes que creo que...- Se quedó callada un segundo- Olvídalo- subía las escaleras.
-¡Hey, dime!
-Creo que deberías intentarlo.
Dijo, ya arriba, en un grito.
Mala suerte para Paul, o quizás buena, al día siguiente era sábado.
Apenas abrió los ojos y miró el techo color blanco, no hizo nada más hasta que sus sentidos estuvieron bien despiertos y pudo escuchar las risas y las voces de dos niñas y un niño, corriendo por toda la casa y la voz histérica de su antes cuñada intentando calmarlos.
Se talló los ojos.
Sonó el timbre.
Esperó...
"Ritchie..." era Ringo. Seguro venía por Eleanor "Ringo!" gritó el pequeño Matt. "¿Dónde está Paul?" preguntó el recién llegado, "Sigue dormido", respondió Eleanor.
Se levantó de la cama y fue a tomar un baño.
Mientras se tallaba la cabeza la sensación de hambre se hizo presente, increíble, pues ayer había cenado demasiado.
Mientras se terminaba de poner la blusa color negro silbaba una canción.
Bajó las escaleras lentamente y con el mejor humor.
Era sábado, no lo recordaba, y los sábados Rachel aún iba a trabajar.
Bajó y la casa estaba vacía, menos mal, pensó.
Fue a la cocina y vio un desayuno servido en la mesa. Recién hecho, pues aún humeaba.
Lo comió con lentitud.
Miró la ventana de reojo y sí, Rachel jugaba con las niñas en el jardín de la casa, en un día soleado, portando una sonrisa enorme, mientras Martha corría al rededor de ellas, aventando una pelota.
Era una imagen simplemente conmovedora. La pequeña Mary reía y perseguía la pelota seguida de Law mientras Rachel sonreía y las miraba.
Dejó de comer y tomó un poco de jugo.
Oh no, Rachel estaba caminando hacia la puerta de la cocina. Entró y lo vio sentado, se le borró la sonrisa.
Se quedaron en silencio, un muy incómodo silencio.
-Hey...- Saludó Rachel, nerviosa y fingiendo una sonrisa, seguido de un suspiro- Eleanor me había dicho que seguías dormido.
-Sí, es que tomé un baño...
La chica caminaba hacia el lavaplatos, se puso un mandil y comenzó a lavarlos.
Paul la miraba de espaldas. ¿Qué debía hacer?
-Sabes...- dijo Paul- Se acerca el cumpleaños de Law.
-¿Cuándo es?
-En dos semanas justamente. Estaba... Pensando en hacerle una fiesta
Rachel sonrió.
-Te puedo ayudar, si quieres- se ofreció.
"Pero qué tonto", pensó Paul, se levantó y caminó hasta ella.
-Rachel no laves los platos- le quitó una esponja de las manos.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque eres la niñera, no la sirvienta.
-Pero yo...
-Deja de hacerlo.
-Pero...
-Por favor.- Se resignó y se quitó el mandil.- Te decía, ¿verdad que sería bueno una fiesta?
-Claro, le encantaría...
-Además está apunto de entrar a la escuela, pobre... Estoy pensando en contratarle un tutor con tal de que no salga de aquí.
-Oye, déjala ser feliz en la escuela.
-Oh no quiero, tengo miedo.
-Oye Paul...
Sintió que le mencionaría lo de ayer.
-Ya que hoy no vas a ir al estudio... Podríamos... No sé... Salir con las niñas...- Sugirió Rachel.
Paul tragó saliva. ¿Acaso la chica no le recordaría nada? ¿No se acordaba? ¿No significó nada para ella? Ese sería el mejor de los casos, pues entonces Paul rectificaría su pensar y se daría cuenta de que la chica no lo quiere de otra forma.
-Claro, sería... Bueno... Pero... quizás otro día- dijo Paul, rascándose la nuca- Quería salir a un lugar a arreglar unos asuntos. No sé...- sacó su billetera y un par de billetes- Toma. Vayan a divertirse- sacó más dinero- Les compras lo que quieras y a ti también.
Paul no había contado el dinero, era demasiado.
Dio media vuelta y estaba dispuesto a retirarse a toda prisa de ahí... Caminaba a la puerta de la cocina pero pensó de un momento a otro en lo poco hombre que estaba siendo. Dejando a una chica así, con dinero y sus hijas en las manos después de haberla ilusionado por completo.
Regresó hacia ella...
-Oye yo... Lo de ayer...
-Oh, no digas nada Paul. Sé que te incomodaría demasiado si te mencionara todo y cosas así- La chica revoleó los ojos y alzó las manos al aire.
Esa respuesta había sorprendido a Paul.

En fin, Paul escapó de su casa a casa de John donde se encontraban los otros dos, sorprendente era que aún cuando no estaban grabando se encontraban hablando de música, componiendo o tocando con alguna guitarra.

Breana, Eleanor, Matt, Rachel y las niñas habían salido a dar un paseo por la ciudad. No faltaron las cámaras que tomaran fotos.
Tampoco faltaron los rumores de Rachel y Paul.
No habían leído ningún periódico pero, para sorpresa de Rachel, leyó en primera plana algo sobre ella y Paul y una foto de ellos cenando en el restaurante.
-¡Es increíble!- gritó Breana- Son unos malditos cerdos, es increíble que no los dejen en paz.
-¿Por qué te sorprendes? Era de esperarse- dijo Eleanor.
A Rachel simplemente le daba igual. No causaba nada en ella, ni preocupación ni emoción. Pero no sabía cómo lo iba a tomar Paul.
En fin, siguieron dando el paseo, compraron helados para los niños que corrían al rededor de ellas, jugando.
Se metieron a tomar un café, esa tarde fue excelente, era demasiada la confianza que se tenían ellas tres.

Pero a las 8 de la noche regresaron a sus casas, Rachel obviamente fue a la de Paul a dejar a las niñas.
-Hey, qué bueno que regresaron temprano- dijo éste.
-¡Papá!- Law lo abrazó- Hoy fue muy divertido, Rachel nos compró helados y jugamos y...
Mary asentía.
Paul sonrió.
-Niñas, a dormir- dijo Rachel... Subiendo con ambas niñas.
Una hora después bajó y Paul leía el periódico, bebiendo.
-¿Has visto el periódico?- preguntó, sorprendido
-Sí, hoy en la tarde.
-Era de esperarse.
Rachel rió. Tomó su saco del perchero.
-¿Te vas ya?- preguntó Paul.
-Sí, tengo que llegar temprano, creo que mi primo  viene a visitarme...
-¿Crees?
-No sé si llega hoy o mañana.
-Quédate un poco más...
Oh no, no, no, que no diga eso.
-¿Para?
-No sé, platicar.
-Pero es que tal vez...
-No llegará hoy, vamos...
No lo pensó dos veces, volvió a quitarse el saco y caminó a sentarse junto a Paul.
-¿Quieres un poco?- le ofreció un porro.
-¿Qué se siente?
-Las primeras vez podría no pasar nada, la verdad es que depende de cada persona.
Se encogió de hombros, no quería quedar como una mojigata frente a Paul y hace tiempo que tenía ganas de probar.
Una calada.
-Vamos, te prepararé uno para ti sola...- dijo Paul, sacándo un poco de hierba de una bolsa y preparando un porro.
Y en pocos minutos ya tenían cada quien el suyo.
La música era agradable, continuaron fumando, Rachel tosía de vez en cuando.
Paul sacó un par de cervezas y bebían mientras jugaban cartas.
El efecto de la droga le llegó a Rachel al fin, pero seguía fumando, se sentía demasiado rara y con hambre.
Llegó el punto en el que no se concentraba más en el juego. Paul lo notó...
-¿No te has dado cuenta de lo triste que es la vida sin poder tener a la persona que más amas en el mundo?
Le preguntó Paul
-Tú deberías darte cuenta de lo guapo que eres.
-Oh, bueno, eso ya lo sé.
Ambos rieron.
Continuaron jugando.
-Oye... Hoy que estaba con los chicos también estaba Mick Jagger y algunos cuantos camaradas y me dieron a probar algo nuevo.
-¿Ácido?
-Oh no, algo que me da más miedo...
Y segundos después formó dos líneas de un polvo blanco sobre la mesa.
-No hablarás enserio...- dijo Rachel, con voz pastosa, estaba bajo severos efectos.
-Hablo enserio.
-¡Eso sí no!
-Vamos, tú primero.
-No, no... Mejor dame otro cigarro- dijo después de darle un trago a su cerveza.
Le preparó otro y se lo dio.
-Vamos, lo haré después de ti.
-Eres demasiado maduro como para dudar de probar algo así.
-Tú estás demasiado drogada como para hablar así.
Ambos rieron a carcajadas por más de 3 minutos, Paul besó sus labios fugazmente.
-Está bien... Lo haré yo...- Paul inhaló la mitad de la línea... Hizo un gesto extraño sacudiendo su cabeza, en pocos minutos se le dilataron las pupilas y se puso eufórico.
-¡Vamos hazlo tú!
-No, no... ¿qué se siente?
Paul sacudió la cabeza apretando los labios.
-Emoción- tomó su rostro y la besó con desenfreno...- Hazlo... Yo ni siquiera lo inhalé todo...- decía, extasiado.
Lo inhaló por completo, muy rápido... La fiesta terminó en ese momento, había sido demasiada dosis, Paul no la había medido bien.
Rachel puso los ojos en blanco, mientras su cuerpo se contraía, su nariz sangraba y caía al suelo.
-¡Rach!- gritó Paul.
La nariz le sangraba y en pocos minutos comenzó a salir cierta clase de espuma por la boca.
-¡Rachel!- gritaba Paul...- Mierda, mierda...- Le movía la cabeza, intentaba devolverla en sí pero la chica empeoraba.
Se preocupó demasiado...
-¡Mierda!- gritaba. Se mordía el dedo índice pensando en qué hacer... No podía ir al hospital, los meterían a la cárcel por drogas.
Tomó el teléfono.
-¡John! ¡John, John!
-¿Qué pasa? Me asustas
-¡Es Rachel! Una sobredosis- Paul hablaba asustado, desesperado
-¿¡Qué?!- gritó
-¿Qué hago?
-¡Ve al hospital!
-Pero...
-Viejo, no sé qué hacer...- John se había desesperado también, ambos estaban asustados
-¡Se va a morir! ¡La maté! ¡Se va a morir!
-¡Paul, tranquilízate!
-¡John, se va a morir!- Paul se movía impaciente con el teléfono pegado al oído y mirando a la chica en el suelo, sudando y escurriendo espuma y sangre por su nariz.
-¡Ve al hospital!
Paul colgó, tomó a Rachel en brazos y fue al hospital a toda velocidad.

sábado, 8 de febrero de 2014

8.- Close your eyes and I'll kiss you.

-¿Así estoy bien?
-Te ves demasiado guapo.
-Gracias por venir a cuidar a las niñas.
-Oh, no es nada, Paul. Me alegra que vayas a salir.
-¿Por qué?
-Porque te hace falta distraerte.
Miró su reloj.
-¡Es tarde!- besó la mejilla de Eleanor, quien en sus brazos tenía a la pequeña Mary- ¡Adiós!- besó a su hija.
-¡Espera, Paul!- Lawrence bajaba las escaleras corriendo- ¿A dónde vas?
-Ya te dije que iré a un compromiso.
-¿Irás a una cita?
-Algo así...
-¿Con una chica?
-Obviamente.
-¿Es linda?
Paul no quería decirle que saldría con su niñera, pues la niña los molestaría todo el tiempo.
-Sí- La cargó y le dio un fuerte abrazo
-¡Oye! Me aplastas.
Paul rió y besó la mejilla de la niña.

Salió de la casa y subió a su auto. Condujo con tranquilidad hasta la casa de Rachel, no muy lejos de ahí, eran las 9:30, se supone que llegaría a las 9. Paul no solía ser impuntual, pero aún así, se quedó un rato en el auto, tal vez 10 minutos, dándose cuenta que estaba saliendo con una chica la cual no le gustaba y la cual cuidaba de sus hijas todos los días.
Mala idea. 

En fin, bajó del auto y se acomodó el cabello, estúpido bigote, comenzaba a crecer más.
Tocó una vez, pero no fue necesario tocar dos, pues en seguida se abrió la puerta.
-¡Paul! Pensé que jamás vendrías.
La chica lucía increíblemente espectacular, había decido usar un vestido encantador color perla y había recogido su cabello y sus labios se tornaron de un rojo demasiado antojable.
-Lo siento- dijo Paul después de examinar de pies a cabeza a la chica- Lo siento es que... se me hizo tarde. Luces increíblemente guapa.
La chica sonrió, era la lo que le faltaba, una sonrisa sincera, sacada desde el fondo de su alegría al escuchar esas palabras.
-Gracias... ¿Nos vamos?
-Claro...- Caminaron hasta el auto y Paul le abrió la puerta, la chica sintió una increíble emoción por dentro.
En cambio, Paul recordó las incontables veces que había hecho eso con Alice y al tiempo en el que Rachel entraba, el juraba que veía una cabellera rubia entrando al auto con un embriagante aroma... Se le revolvió el estómago.
-¿Y a dónde vamos?- preguntó la chica, con ansias.
-Oh, es algo demasiado trillado pero no sabía lo que te podría gustar.
-¿A dónde?
-Espera y verás.
Condujo hasta un restaurante caro, donde antes solía ir con Alice.
Era de un tapiz crema y con el piso de alfombra color rojo.
-Tengo una recerbación a nombre de William Allen...
-Por aquí...
Un mesero los condujo hasta una mesa cerca del elegante patio de aquel lugar.
Paul abrió la silla de la chica y se sentaron.
-Usaste mi apellido, William.
-Suelo cambiar mi nombre- rió- ¿Sabes que Brian se enfadó por lo de la foto?
-Me lo suponía.
-No importa... Yo me lo busqué.
-Buenas noches- llegó un joven de traje y puso una botella de vino y dos copas sobre la mesa, el vino que Paul había ordenado que le pusieran, uno francés, muy bueno, recomendado por Alice.
Dejó dos cartas de menú y se retiró.
-Jamás había leído que algo así existiera- dijo Rachel, leyendo el menú
Paul rio con delicadeza.
-¿Qué vas a pedir?- preguntó.
-No lo sé... ¿Y tú?
-Pasta...
-Pediré lo mismo que tú...
Ordenaron y mientras la comida estaba lista, bebían un poco de vino y platicaban.
-¿Y por qué me invitaste a salir?
-Oh... no lo sé, supongo que debo darte las gracias por todo esto de mis hijas...
-Sabes que es un placer.
-Y dime, Rach, ¿tienes novio?
¿¡QUÉ?! ¿Por qué había preguntado eso?, pensó.
-Sí...
Mierda.
-De hecho sí.
-¿De verdad?
-Sí, llevo algunos meses con él pero es algo muy extraño. Él vive en Liverpool y nos vemos de vez en cuando, a veces nos mandamos cartas.
-Sí es extraño. ¿Cómo sabes que sigue siendo tu novio?
-No lo sé...- La chica movía su dedo índice sobre la boca de la copa lentamente- Supongo que...
-Es decir... ¿qué tal si él no está con alguien más en este momento?
-¿Así como yo?
Mierda.
-Exacto...- Paul tragó saliva, ¿qué estaba haciendo? Ilusionando a la chica.
-Bueno, en ese caso estaríamos a mano.
Ambos rieron.
La comida llegó. Se veían deliciosos aquellos platos llenos de pasta y carne.
Hubo un lapso largo en el que se dedicaron a comer, de vez en cuando se volteaban a ver.
-¿Qué vino es?- preguntó la chica después de beber un poco...
-Es una larga historia...- dijo Paul, sosteniendo su tenedor y mirando la botella, con una sonrisa en la cara- Lo descubrí en Francia cuando Alice y yo...- se calló- Ah, no tiene caso- siguió comiendo.
La chica se encogió de hombros y terminó su comida.
Ambos finalizaron.
-Entonces si tienes novio, supongo que tú ya haz... Intimado con él...
-¡Qué! ¿Qué? ¡Paul!- la chica estaba totalmente sorprendida- ¡Paul, dios Paul!
Éste rió.
Mierda, maldito Lennon.
-Lo siento- seguía riendo.
Bebió más vino.
-Pero hablaba en serio...
-¡Oh, vamos, Paul!- la chica golpeó su brazo con la servilleta después de limpiarse la boca y dejar un rastro de su rojo labial en ella.
Se quedó callada.
-Eso quiere decir que sí.
-Es demasiada indiscreta tu pregunta.
-Sólo di Sí o No.
-Pues no.
-¡Ja! ¡Lo sabía!
-¿Lo sabías? ¿Qué sabías?
-Oh nada
-Vamos dime... Espera... ¿Suponías que yo no...- Paul asintió- ¡Oh, no! Que...
-Tranquila- Paul rió.-¿Quieres postre?
-No, estoy demasiada llena...
-Yo sí.
Paul encargó un pedazo de pay con salsa de zarzamora y una malteada.
-Qué contraste- decía Rachel sobre la comida.
-En fin... ¿Qué te parece si de aquí nos vamos a tu casa y paso la noche ahí?
Rachel se quedó de brazos cruzados, tratando con toda su inteligencia de creer y sobre todo analizar aquellas leves palabras.
-¿Qué?- preguntó, destendiendo sus brazos y recargándolos en la mesa.
-Exactamente...
Tener a Paul en su cama, desnudo, esa noche.
La chica se derretía por dentro y si era posible, por fuera también.
-Yo... Eso es...
¿Qué debía decir? ¿Qué quería decir? ¡Sí, sí, por favor, sí! ¡Vamos!.
No. No debía ser tan fácil.
Oh, pero imagínense el aroma de la loción de Paul esparcida por toda su cama. Se imaginó su mano enterrándose entre sus suaves cabellos. Cerró los ojos por dos segundos.
-No.
Se negó.
-Está bien.
No se dijo nada más del tema.
Pero Paul rompió el silencio incómodo por quinta vez esa noche.
-¡Esa canción! ¡Me encanta!- Era una canción de Jazz, de esas que Jim McCartney ponía los domingos hace años
Se levantó y jaló a la chica para ir a bailar...
Comenzaron a bailar.
Rachel como siempre, atontado por el leve y casi invisible movimiento de los cabellos de Paul sobre su frente, o los pequeños ademanes que hacía al bailar, como abrir levemente los labios al agitarse o mover las cejas.
Sino fuera por lo inteligente que era, juraría ella misma que estaba completamente loca.
Bailaba, disfrutaba de la canción, era una pequeña banda de Jazz que tocaba esa noche. Y no bailaron sólo una, sino dos, cuatro, seis canciones.
Terminaron cansados y sonriendo. Se miraron, la chica estaba feliz.
Regresaron a la mesa y terminaron con la botella de vino entre los dos.
Paul pagó la cuenta. Una muy alta, por cierto.
Se retiraron de ahí.
Paul condujo hasta la casa de la chica.
Abrió su puerta y la acompañó hasta la puerta de su casa.
Si la chica hubiera aceptado ahora estarían besándose con pasión y caminando hasta el cuarto de la chica, o quien sabe, tal vez al sillón.
Pero no. Ni siquiera besaría los labios de James Paul McCartney por que la tonta de Rach...

¡PUM!

La besó.
Fue un beso sorpresa, un beso robado. Ella simplemente buscaba sus llaves en su bolsa mientras monologaba internamente consigo misma, diciendo todo el discurso pasado sobre besar o no besar los labios de el Beatle.
Cuando Paul posó sus labios sobre los de ella y la chica simplemente entró en shock. No había cerrado los ojos, por la sorpresa, así que divisó los hermosos parpados de Paul cerrados.
Sintió un ligero movimiento, así que lo imitó. Lentamente, sintiendo sus suaves labios. Era un beso muy tierno.
Cerró los ojos.
El aroma, oh aquel perfume de aquel hombre.
Finalizó como los mejores sueños.
Se separaron.
Paul sonrió. Puso un pequeño mechón de cabello detrás de la oreja de la chica.
Rachel sonrió.
-Hasta mañana...- se despidió Paul.
-Adiós- dijo la chica, pero fue inaudible, se había quedado sin voz, pensó.
Después lo vio dar media vuelta y caminar de vuelta hacia su coche, ahí, hizo un ademán con su mano en señal de despedida, Rachel le devolvió el gesto y cuando se hubo ido... Entró a su casa.

miércoles, 5 de febrero de 2014

7.- Well, are you out tonight?

Era el destino, supuso, el que le impidió salir de esa casa.
No podía salir corriendo, aunque estaba apunto de hacerlo, no pudo. Mientras iba caminando con prisa por el pasillo para bajar las escaleras, su bolsa tiró un florero con rosas apunto de marchitarse.
-Mierda...- Se maldijo mil veces. Eso incrementó sus nervios, quería desaparecer de ahí.
Se hincó para comenzar a recoger los pedazos grandes de cristal y las flores pero, como era de esperarse y gracias a su nerviosismo, apenas rosó un pedazo de vidrio y una enorme herida apareció de extremo a extremo en la palma de su mano, por la fuerza con la que la había tomado.
Obviamente, soltó un pequeño grito ahogado y soltó el vidrio, mirándose la mano y viendo cómo empezaba a sangrar.
Se levantó, dio media vuelta para ir al baño y lavarse pero justamente chocó con un hombre envuelto en una bata de baño color azul marino y el cabello mojado. Existe un dios, pensó.
-Paul...- tartamudeó
-Rachel... ¿qué pasó? Escuché que se rompía algo
-Tiré el florero por accidente, no sabes cuánto lo siento, te compraré otro lo juro...
Paul miró su mano.
-¡Rachel! ¡Estás sangrando!- tomó su mano y la chica se quejó
-Ya me iba...
-¡No te puedes ir!- jaló de su brazo y la llevó hasta su cuarto- Quédate aquí, iré por algo para curarte.
La chica se sentó en la cama, la mano sangraba, no con exageración pero lo hacía y le dolía.
Paul no tardó nada en volver.
Se sentó frente a ella y extendió su mano para poner un algodón lleno de alcohol sobre la herida
La chica gritó levemente y arrugo la cara
-Lo siento...
-Mierda, arde...- soplaba.
Cuando estuvo limpia, Paul untó un líquido rojo muy raro que había aprendido de Alice. El grito fue más fuere.
-¡Arde, arde mucho!
Y después de eso, una gaza.
-Listo...
-Oh, no...
-Lo siento, pero así estarás bien.
-Creo que estamos a mano.
-Eso creo.
Ambos rieron.
-Siento lo del florero.
-Está bien, de todos modos no me gusta mucho tener flores, no en estos tiempos.
-Creo que debo irme para que te vistas. Nos vemos mañana
-¡Oye!
-¿Sí?
-¿Qué hacías parada en la puerta?
-¿Puerta? ¿Qué? ¿Cuál puerta?
-La puerta del baño.
-Oh... no. Yo no...- Pensó que si se ponía nerviosa y mentía iba a ser peor- No sé.
Paul suspiró, la chica era demasiado obvia, no quería ponerla nerviosa, así que la dejó ir.
Hasta su nariz llegaba el olor a jabón, la chica se quería quedar ahí, así, para siempre, estaba embobada viéndolo, pensando en lo sexy que se veía así
-¡Rachel! Puedes irte...
-Lo siento...- Salió apenada y casi corriendo de ahí.
Paul simplemente rió. Pudo notar totalmente lo loca que estaba la chica por él.

Al día siguiente, en primera plana de los periódicos más vendidos de todo Londres salía la foto de Paul, ebrio, con vómito en un prostíbulo.
-¡James Paul McCartney!- gritó Brian apenas abrió el estudio, con el periódico en la mano
-Hola...
-¿Qué es esto?- decía, furioso, los otros tres se mofaban en el estudio, reían y se burlaban de Paul.
Paul tomó el periódico y lo observó. No le cabía en el cuerpo toda la vergüenza
-Yo... lo siento.
-¡¿Cómo que lo sientes?!- gritaba Brian- ¡Es el colmo, Paul! ¡Voy a tener que formar una conferencia de prensa para que aclares todo esto! ¿Crees que está bien? ¡Madura, por favor! ¡Ya no tienes 18 años! ¡Me estás y te estás metiendo en problemas! ¡Basta de hacer tus estupideces! ¡No solo te perjudicas a ti, sino también al grupo!- Paul lo miraba, apenado- ¡Haz llegado demasiado lejos, McCartney! ¡Debes cambiar tu maldita forma de ser!
Incluso los otros tres chicos se habían quedado callados con aquellas agresivas palabras.
Brian se calmó, tomó aire y guardó silencio para tomarse la frente en su mano izquierda y tallarse los ojos.
Después simplemente se retiró de ahí.

Paul se quedó parado, mirándose los dedos de las manos...
-¿Estás bien?- preguntó John.
-Supongo.
-¿Qué te sucedió?- preguntó George, riendo.
-Me puse ebrio y me tomaron una foto... ¡Como si fuera la primera vez que pasa!
-De hecho sí- dijo Ringo.
-Aún me duele la cabeza, ni siquiera debería de estar aquí.
-Pues en realidad no hay mucho que hacer- dijo Ringo- Sólo íbamos a continuar grabando Strawberry Fields.
-De hecho tengo una canción...- dijo Paul- La traeré mañana. Creo que es buena.
-Y como se ha ido el tarado de Brian, yo me largo.
Dijo John, tomando sus saco y poniéndolo sobre su hombro izquierdo, abriendo la puerta y saliendo de ahí.
-Espera, yo también me voy...- Paul lo siguió- ¿Quieres ir a mi casa? Estoy aburrido y ya no me quiero poner ebrio.
John se encogió de hombros y fueron a casa de Paul.
-¡Rach!- gritó Paul- ¡Law! ¡Mary!...-Aventó las llaves a un sillón- Parece que no están...
Martha apareció de la nada y se aventó literalmente sobre él.
-¡Hey!- John la saludó con una caricia.
-¿Quieres algo de beber?- se ofreció Paul, yendo a la cantina como era ya costumbre.
-Claro... Pero se supone que ya no ibas a tomar.
-Lo siento- rió Paul.
John repasaba los muebles buscando algo interesante mientra Paul servía las bebidas.
-Viejo... ¿Sabes? Ayer... estaba tomando una ducha en la tina de mi cuarto y pasó algo extraño
La pasó su vaso y ambos se sentaron en la  sala mientras el televisor transmitía un programa.
-¿Qué pasó?
-Rachel me estaba espiando.
John escupió el licor y soltó la carcajada más estruendosa.
-¿Enserio? ¡Dios! ¿Es enserio?- Paul asintió con la cabeza- ¡Bendito seas entre todas las mujeres!
-¿De qué hablas? Me espanté por un momento. Después se cortó la maldita mano con un florero y tuve que ayudarla... En bata. La chica es demasiado obvia, se nota que le gusto.
-Qué egocentrismo, Paul. Aún no se te quita esa mañana con las mujeres.
-No es eso... Es que es realmente obvia. Siempre está nerviosa cuando le hablo ¡Y qué otra prueba quieres! ¡Me espiaba mientras me duchaba!
-¿Qué tal si sólo quería asegurarse de que no te faltara jabón?-
Paul entrecerró los ojos al mirarlo con ironía
-No sé qué hacer.
-Invítala a cenar y después follas con ella. Te hace falta...
-¡Tú qué sabes! Además la chica es demasiado inocente, no creo si quiera que alguna vez la hayan tocado.
-¡Hombre, qué honor! Serás el primero.
-No creo, seguro es de las que quieren rosas y velas... cosas así.
-¡Ay, por favor! Si dices que se muere por ti no creo que se niegue.
-¡Carajo, qué estoy diciendo!- se golpeó la cabeza- No debí ni pensarlo.
-¿Te gusta?
-¡Vamos, John! Alice...
-¡No, no me vengas con Alice! Ella lleva cuatro o cinco meses bajo tierra.- Paul se molestó- Admítelo, Rachel es muy guapa, su cabello es muy suave y tiene lindas curvas...
-No me gusta aún así.
-Pero admites que es guapa.
-Bueno, sí...
-Deberías de invitarla a salir.
-¿Salir?
-Aham... A cenar o a bailar, le gusta bailar.
-¿Y como para qué?
-¡Para ver si es de tu tipo!
-Maldita sea, Lennon. Deja de decir eso...- Paul se concentró en ver la televisión después de eso, dada terminada la conversación pero se equivocó pues en menos de 10 segundos tuvo un golpe en la cabeza.
-¡Oye!- y otro, obviamente, jugando.
-Marica...
-¿Y ahora por qué?
-¡Porque no te quieres coger a Rachel!
-¡Basta!- Paul le regresó el golpe y en un dos por tres la sala se convirtió en un campo de batalla que fue interrumpida gracias a una mordida de  Martha hacia John
-¡Mierda!- gritó, la perra ladró.
-¡Martha!- gritó Paul, apartándola de John y acariciándola para tranquilizarla.
-Oh... maldita sea...- John venía su brazo.
-¿Qué te hizo?
-Rasgó mi camisa pero alcanzó a rasparme el brazo.
-Eso deja en claro quién ganó- dijo Paul, victorioso.
-Maldito...- John se levantó del suelo- A ver, niño, ya es hora de que pruebes esto...- John sacó de su saco una tablilla y rompió dos cuadritos. Uno se lo puso en la lengua sin pensarlo y el otro se lo pasó a Paul
-Ya te dije que no...
Martha se fue de ahí a merodear por la casa.
-¡Vamos, uno y ya...! No pasa nada, ya te lo he dicho. Incluso nos inspira a componer o algo así...
La idea de volver a componer una canción con John emocionó a Paul, pensó que sería divertido, así que con miedo aceptó.
Y lo introdujo a su boca. Era la primera vez. El efecto tardó en llegar y, como todos saben, fue bastante loco.
John que ya estaba acostumbrado actuó más natural que Paul, quien hablaba raro y decía frases sin coherencia y por su mente pasaban imágenes poco comunes y coloridas que provocaban una clase de miedo en él.
El sonido del timbre resonó en toda la casa pero para los oídos de Paul fue como un altavoz a 5 centímetros de distancia.
Soltó un pequeño grito, fue a abrir. Era Rachel, Mary y Law...
-Hey...- saludó Rachel.
-¡Papi!- Sonó a unisono la voz de Law y Mary, quienes se lanzaron a abrazarlo.
-Chicas...- saludó Paul, apenas podía articular palabra.
-¿Estás bien?- preguntó Rachel.
-Claro... Oye... Quiero invitarte a salir.
John, dentro de la casa, soltó una risotada.
-¿Es... en... enserio?- La chica tartamudeó y sonrió como nunca en su vida.
-Sí. Mañana por la noche.
-¿Estás bien, Paul?
-Increíble. ¡Ve a tu casa a descansar! Mañana nos vemos ... En la alberca
-¿Alberca?
-¡Concéntrate, hombre!- le gritaba John
Era la droga.
-En tu casa...- corrigió Paul.
-¿Pasas por mí?- preguntó Rachel, como toda dama.
-Claro, yo te veo... ahí....